“Puedes aferrarte al pasado con tanta fuerza contra tu pecho que deja tus brazos demasiado llenos para abrazar el presente”.
Jan Glidewell
Cuando hablamos de duelo es común que la mente lo asocie automáticamente con la muerte de un ser querido. Sin embargo, el duelo es un proceso emocional mucho más amplio que abarca una variedad de pérdidas significativas en nuestras vidas. Estas pérdidas pueden incluir el fin de una relación amorosa, la pérdida de un trabajo, la mudanza a un nuevo lugar, la ruptura de una amistad o incluso el cambio en la salud personal. Todos estos eventos pueden desencadenar un proceso de duelo que es igualmente válido y necesario de abordar. Incluso en aquellas situaciones de vida que escogemos cambiar libremente, el duelo se hace presente.
Comprendiendo el duelo no relacionado con la muerte
El duelo, en su esencia, es una respuesta natural a cualquier tipo de pérdida significativa. Es un proceso que nos ayuda a adaptarnos a la nueva realidad que surge después de dicha pérdida. Aunque el duelo es único para cada persona y situación, los sentimientos comunes incluyen tristeza, confusión, ira, y en ocasiones, un profundo sentido de vacío.
Por ejemplo, cuando una relación amorosa termina, no solo perdemos a una persona, sino también las expectativas, planes y sueños que teníamos para el futuro. De manera similar, perder un empleo no solo afecta nuestra estabilidad financiera, sino también nuestra identidad, autoestima y rutina diaria. Y cuando hablamos de perder no tiene por qué ser un acto involuntario. Es decir, podemos escoger cambiar de empleo o de casa para irnos a un lugar “mejor” y, aun así, sentir la tristeza por la pérdida. Si no ubicamos bien estas emociones, nos puede parecer que nos hemos equivocado, dejándonos anclados en la frustración sin la capacidad de abrazar el cambio, de situarnos en el presente.
Las etapas del duelo en diferentes contextos
Las etapas del duelo propuestas por Elisabeth Kübler-Ross — negación, ira, negociación, depresión y aceptación — no solo se aplican a la muerte, sino a cualquier pérdida significativa. Y las etapas no son consecutivas. Podemos saltarnos algunas, volver a otra… cada proceso de duelo es único.
1.Negación: Es común intentar negar la realidad de la pérdida. Quizás nos repetimos que el despido fue un error o que la ruptura es solo temporal.
2. Ira: Sentimos enfado hacia la situación, hacia la persona que creemos responsable o incluso hacia nosotros mismos por no haber prevenido la pérdida.
3. Negociación: Buscamos formas de revertir la situación, fantaseando con la idea de que algo podría haber sido diferente si hubiéramos actuado de otra manera.
4. Depresión: Nos enfrentamos al dolor y a la tristeza profunda que trae la pérdida. Es un momento de introspección y de procesar la realidad.
5. Aceptación: Finalmente, llegamos a aceptar la nueva realidad y comenzamos a adaptarnos a ella, aunque no necesariamente signifique que estemos completamente en paz con lo sucedido.
La importancia de reconocer y validar el duelo
En muchas ocasiones, el duelo no relacionado con la muerte es minimizado o ignorado tanto por la persona que lo vive como por quienes la rodean. Este fenómeno puede generar una sensación de aislamiento y de incomprensión, lo que dificulta el proceso de sanación. Es esencial reconocer que toda pérdida significativa merece tiempo y espacio para ser procesada.
El duelo, sea cual sea su causa, no tiene un tiempo determinado ni una forma “correcta” de experimentarse. Cada persona vive su proceso de manera única, y es crucial ofrecerse a sí mismo el permiso para sentir y expresar las emociones asociadas con la pérdida.
Por ejemplo, es época de cambio para jóvenes. Cambios de escuela, del colegio al instituto, del instituto a la universidad, etc. En esta situación, a menudo, ponemos más el acento en que empiezan una nueva etapa, en que van creciendo y superando retos que en lo que dejan atrás. Y está genial que así sea. Sin embargo, no todos afrontan el cambio enfocando en lo que está por venir. A menudo ocurre que la primera etapa la sufren, echan de menos a amigos y amigas, a profesores, al entorno conocido y eso supone un esfuerzo emocional de adaptación que también hay que tener presente. Acompañar las transiciones es importante, aunque sean escogidas o se den por el propio crecimiento y evolución vital. Igual puede suceder ante una jubilación. Se puede celebrar y, sin embargo, la persona que se ha jubilado solo puede enfocar en lo que ha perdido y que su rutina cotidiana va a cambiar por completo sin saber hacer aún un esbozo satisfactorio de la nueva etapa a afrontar.
Estrategias para afrontar el duelo en diferentes ámbitos
- Buscar apoyo: Hablar con amigos, familiares o un terapeuta puede ser de gran ayuda para procesar la pérdida. A veces, simplemente compartir nuestras emociones alivia parte del peso que llevamos.
- Aceptar la impermanencia: Reconocer que el cambio es una parte natural de la vida nos permite enfrentar las pérdidas con una perspectiva más amplia.
- Crear nuevos significados: Encontrar formas de dar un nuevo sentido a la vida después de la pérdida puede ser un paso crucial. Esto puede incluir desarrollar nuevas rutinas, hobbies o metas.
- Autocompasión: Ser amable con uno mismo durante el proceso de duelo es fundamental. No hay un tiempo límite ni un manual de instrucciones para sanar.
Conclusión
El duelo es una experiencia universal que no se limita a la pérdida por muerte. Cualquier cambio significativo en nuestras vidas puede desencadenar un proceso de duelo, y es importante reconocerlo, validarlo y abordarlo con las herramientas y el apoyo necesarios. Al aceptar y procesar estas pérdidas, podemos aprender a adaptarnos y a encontrar un nuevo equilibrio en nuestras vidas, recordando que cada final es, en cierta medida, un nuevo comienzo.
Nuria Molina Amate
Libros: Elisabeth Kübler-Ross: Sobre el duelo y el dolor. Cómo encontrar sentido al duelo a través de sus cinco etapas. Luciérnaga,2006
Luis Rojas Marco: Superar la adversidad. El poder de la resiliencia. Espasa,2010.
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